El panorama histórico de España en la época en que nacieron y vivieron nuestros bisabuelos, abuelos y padres era el siguiente:
En 1900 el 91% de la población de España vivía en ciudades y pueblos de menos de 100.000 habitantes. Entre 1902 y 1931 tuvo lugar el reinado de Alfonso XIII, una época de regeneracionismo y revisionismo político, social, económico, intelectual y literario pasando por el pesimismo existencial de Miguel de Unamuno o Ángel Ganivet que, en sus obras, reflexionaban sobre la decadencia de España tras la pérdida de Cuba y Filipinas.
La evolución ideológica de los intelectuales osciló entre el socialismo y anarquismo hasta el conservadurismo más radical y el fascismo.
Época de inestabilidad, de movimientos obreros, en muchos casos manipulados y radicalizados por partidos o centrales sindicales extremistas, de oleadas de huelgas entre 1911 y 1912, y entre 1919 y 1920. Se limitaron las órdenes religiosas, se impulsó la Ley de Reclutamiento estableciéndose el servicio militar obligatorio, la Guerra de Marruecos (1909-1927) el llamado Desastre de Annual, la Dictadura de Primo de Rivera (1923-1930), la dictadura blanda de Berenguer y la segunda República en 1931. En este ambiente histórico nacional y con las influencias de la Revolución Bolchevique de 1917, en los pueblos mal comunicados y con una economía de autoabastecimiento, vivían familias, en muchas ocasiones ajenas a los acontecimientos pero sufriendo sus consecuencias.
Aunque en el relato anterior mencioné a alguna de esas familias, voy a profundizar en lo que mi padre relata, fruto de sus vivencias directas. Vaya por delante el respeto y cariño hacia ellas y sus descendientes.
"La familia que vivía enfrente de nosotros y con los que nos llevávamos muy bien era la del tío Victoriano Mateos Cembellín (el Pelicán) y su mujer Luzdivina Sánchez. El señor Victoriano natural de Valdecarros y ella de La Lurda, anejo a Garcihernández. Procedían de Gallegos de Crespos, finca de los Duques de Alba,perteneciente al municipio de Larrodrigo, comarca de Alba de Tormes, donde habían ejercido de "compangueros", es decir, personas que se dedican a la asistencia y manutención de la servidumbre de la finca. Cuando la parcelaron y se dividió se vinieron a Turra de renteros, construyendo una casa el año 1921, cuando yo nací, según me contaron mis padres y la familia de esos vecinos.
Tuvieron cinco hijos: Benjamín, Marcelino, José, Joaquín y Mateo.
Benjamín se casó en Valdecarros, muriendo poco tiempo después de casarse, dejando embarazada a su mujer sin poder conocer a su hija, que la pusieron por nombre Benjamina. Su madre al quedarse tan joven viuda, volvió a casarse. Como resultado, al quedarse la niña huérfana de padre, se la llevaron los abuelos a Turra y allí la criaron.
Marcelino se casó en Galleguillos con una prima segunda mía, Marcelina. Sus hijos Heraclio y Mateo se fueron a Barcelona donde pasados los años se llevaron a sus padres mayores y allí fallecieron.
José se casó con Pilar, vecina de Pedrosillo. No era muy hábil en las tareas agrícolas o ganaderas. Mi padre, Generoso, le llamaba alguna vez cuando emergían las necesidades laborales del campo.
Joaquín se fue a los Jesuitas, pero al segundo año de estar en el noviciado lo mandaron para casa. El motivo fue porque no rendía lo que exigían en el centro. Seguidamente, pidió ir al seminario para prepararse para ser sacerdote. Después de hacerle el examen correspondiente,le admitieron,con lo cual, al final de su carrera, cantó misa. El primer pueblo o parroquia donde le mandó el Señor Obispo fue a Cereceda de la Sierra. En esta época, como en todos los pueblos de la Sierra, eran muy pocos los que iban a misa.¿Cómo iba a subsistir el pobre hombre si nadie aportaba dinero a la Iglesia? Se quejó al Obispo de Salamanca y le trasladó a La Sierpe. No obtuvo mejoría respecto a su situación anterior. La anécdota que contaba su tía, que vivía con él, fue la siguiente: Un día estando celebrando la Santa Misa(antes el sacerdote miraba al altar dando la espalda a los feligreses hasta el final en el que se volvía y decía Dominus Vobiscum), al volverse para pronunciar el consabido Dominus Vobiscum,le increpó su tía diciéndole: "no te molestes en volverte para ver al público, porque estoy yo sola". Gracias a que algunos días iban "los señoritos" de la finca de Coquilla, que además de su devoción daban donativos para el mantenimiento de la Iglesia, en este pueblo pudieron vivir un poco mejor.
Pero como la dicha no es completa, a causa de la leche, se contagió de "fiebre de malta". No pudieron ponerle remedio y cada vez iba a peor, necesitando de la asistencia especial de sus familiares que tuvieron que desplazarse al lugar. Murió cuando apenas había podido disfrutar de su nueva parroquia.
Pocos años más tarde murieron sus padres, Victoriano y Luzdivina. El de un derrame cerebral y ella de un cáncer que tenía en la cara desde hacía muchos años. Luzdivina había ido a muchos médicos, entre ellos el doctor Filiberto Villalobos. También fueron a Madrid a darse "corrientes" porque en Salamanca no había, pero no pudieron hacer nada contra esta enfermedad, aunque le alargaron un poco la vida. La pobre sufría unos dolores terribles al extenderse el tumor por toda la cara llegando hasta los ojos Mis padres sufrían tanto como ella al ver como llevaba ese dolor con tanta resignación y que le llevó a la muerte. En mi familia lo sentimos mucho al ser dos familias que se apreciaban de corazón.
Mateo era el más pequeño de los hermanos. Este estuvo soltero hasta los 30 años en la casa paterna con su sobrina Benjamina, hasta que esta se casó con otro vecino de Turra hijo del tío Mariano y la tía Bárbara llamado Manuel Buldón, buen amigo mío.
Mateo tenía una novia de Pedrosillo, hija del panadero Manuel Miñambres. Esta había estado con sus tíos Juan Manuel y Catalina, de los que ya hablaré. Esta novia se llamaba María, pero la llamaban "Mariquina". Cuando se casó tenía 19 años. Tuvieron ocho hijos: Luzdivina, Álvaro, Catalina, María, Juan Manuel, Carolina, Juana y Vicente. Todos ellos se casaron salvo Mari que ingresó en la congregación de las Benedictinas de Alba de Tormes dónde está actualmente.
Mateo, después de varios años explotando las tierras que le dejó a su mujer la tía Catalina por la asistencia que había recibido durante años de Mariquina, se marchó a trabajar de peón de albañil a Salamanca, dónde compraron una vivienda dejando abandonada la de Turra".
Cuando mi padre ve esa casa en el estado en el que hoy se encuentra, vuelven a su memoria todos los recuerdos y siente una pena inmensa.Si no se pone solución, un día será un montón de escombros. Esa casa se merece que alguno de los herederos del señor Victoriano y la señora Luzdivina la restaure y vuelva a tener la alegría de antaño.
Pero como la dicha no es completa, a causa de la leche, se contagió de "fiebre de malta". No pudieron ponerle remedio y cada vez iba a peor, necesitando de la asistencia especial de sus familiares que tuvieron que desplazarse al lugar. Murió cuando apenas había podido disfrutar de su nueva parroquia.
Pocos años más tarde murieron sus padres, Victoriano y Luzdivina. El de un derrame cerebral y ella de un cáncer que tenía en la cara desde hacía muchos años. Luzdivina había ido a muchos médicos, entre ellos el doctor Filiberto Villalobos. También fueron a Madrid a darse "corrientes" porque en Salamanca no había, pero no pudieron hacer nada contra esta enfermedad, aunque le alargaron un poco la vida. La pobre sufría unos dolores terribles al extenderse el tumor por toda la cara llegando hasta los ojos Mis padres sufrían tanto como ella al ver como llevaba ese dolor con tanta resignación y que le llevó a la muerte. En mi familia lo sentimos mucho al ser dos familias que se apreciaban de corazón.
Mateo era el más pequeño de los hermanos. Este estuvo soltero hasta los 30 años en la casa paterna con su sobrina Benjamina, hasta que esta se casó con otro vecino de Turra hijo del tío Mariano y la tía Bárbara llamado Manuel Buldón, buen amigo mío.
Mateo tenía una novia de Pedrosillo, hija del panadero Manuel Miñambres. Esta había estado con sus tíos Juan Manuel y Catalina, de los que ya hablaré. Esta novia se llamaba María, pero la llamaban "Mariquina". Cuando se casó tenía 19 años. Tuvieron ocho hijos: Luzdivina, Álvaro, Catalina, María, Juan Manuel, Carolina, Juana y Vicente. Todos ellos se casaron salvo Mari que ingresó en la congregación de las Benedictinas de Alba de Tormes dónde está actualmente.
Mateo, después de varios años explotando las tierras que le dejó a su mujer la tía Catalina por la asistencia que había recibido durante años de Mariquina, se marchó a trabajar de peón de albañil a Salamanca, dónde compraron una vivienda dejando abandonada la de Turra".
Cuando mi padre ve esa casa en el estado en el que hoy se encuentra, vuelven a su memoria todos los recuerdos y siente una pena inmensa.Si no se pone solución, un día será un montón de escombros. Esa casa se merece que alguno de los herederos del señor Victoriano y la señora Luzdivina la restaure y vuelva a tener la alegría de antaño.
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