sábado, 9 de marzo de 2019

LAS GRANDES FAMILIAS: "LA MANCA"

"Siguiendo con mi relato llego a la familia del tío Delfín y su mujer, la tía Teresa,( apodada la Manca). Él era natural de Coca de Alba y ella hija del tío Simón de Turra. El matrimonio no fue todo lo bien que debería ser lo normal, pero no voy a entrar en la esfera privada de nadie, la cual me merece todo el respeto. 

Ella era la partera del pueblo. No había mujer en el pueblo que estuviese para dar a luz que no la avisase. Preferían que las asistiese ella antes que el médico. También iba por las casas a hacer dulces por las festividades o acontecimientos familiares. Siempre recibía alguna compensación de los dulces que hacía.

Respecto a la familia, la componían el matrimonio y sus hijos Andrés, Santos y Simón. A este último, como era el más pequeño, le cargaba con muchos trabajos propios de mujer y no de hombre. Le tenía martirizado. Hoy se vería normal, pero no entonces. Simón fue uno de mis amigos más íntimos a pesar de ser tres años mayor que yo, pero en los pueblos no se tenía en cuenta la edad sino la vecindad y estos eran vecinos de enfrente de nuestra casa.

Andrés que era el mayor anduvo siempre delicado, padecía del riñón y en ocasiones no podía trabajar. No obstante se marchó a Garcihernández a casa de un señor que se dedicaba a la venta de productos de cerdo. Todos los sábados iba a Guijuelo a comprar y vender y luego al menudeo en Garcihernández y las dehesas colindantes. El trabajo de ir a buscar los productos antes mencionados los hacía Andrés con un carro de mulas, ejercicio que estuvo realizando durante el tiempo que estuvo al servicio del patrón (no recuerdo su nombre). En este periodo se enamoró de una muchacha, Manuela, no muy jóven y acabaron en matrimonio. Tuvieron cuatro hijos: Aurora, Teresa, Nicolás y Delfín. Este último que era pura simpatía, murió en el Norte a consecuencia de un desgraciado accidente.

Santos estuvo sirviendo en casa de mis padres dos o tres años hasta que mi padre (que murió cuando yo tenía 18 años) tuvo que arrendar las tierras por enfermedad, pasándose Santos al servicio de uno de los arrendatarios hasta que su quinta fue llamada a cumplir el servicio militar. Al licenciarse tenía la graduación de sargento provisional. Si había algún conflicto en el Régimen político reinante y fuese llamado por el ejército entraría como sargento efectivo con un aumento de sueldo. Se produjo el levantamiento militar y fue llamado por el ejército. La situación empeoró y estalló la Guerra Civil, triste guerra entre hermanos llena de sufrimiento y muerte. Santos tuvo que acudir a los campos de batalla como suboficial, fue herido y estuvieron a punto de cortarle una pierna. En el hospital Provincial de Salamanca terminó de curarse. Por este suceso le ascendieron a subteniente hasta que acabó la guerra. Su destino fue el cuartel "Héroes de Brunete" en Madrid. Se casó con su novia de Galleguillos y al cabo de unos años le nombraron Capitán del Ejército, cargo que no pudo disfrutar mucho porque murió al poco tiempo. 

Simón, después de participar en la Guerra Civil, presentó la solicitud para la Guardia Civil que le fue aprobada siendo destinado en Madrid donde murió.

Un hecho que relacionó directamente a mi familia y a esta fue el siguiente:

Estaba trabajando el tío Delfín, el patriarca de esta familia como temporero en casa de mis padres. Fue a segar a nuestro prado hierba para los animales que teníamos que se hacía a hoz, porque no se usaba la guadaña, con tan mala suerte que se cortó en una mano haciéndose un corte bastante profundo. Mi madre al verle la herida, se la curó con el aceite del "Pericón" que se usaba para las heridas cubriéndola con una venda, tan bien como lo podría haber hecho un médico. Le mandamos a casa porque no podía seguir trabajando. En los días siguientes fuera por infección o nervios del herido, se le desarrolló en el rostro una erisipela que se le puso el rostro tan inflamado que sólo se le apreciaban los ojos. Pero no terminó aquí todo. Fuera por el estado nervioso en el que se hallaba u otro motivo, perdió la razón, volviéndose loco. Nadie puede imaginar como estaban mis padres de disgustados, se arrepentían de haberle contratado para segar la hierba, aunque la culpa no fuera de ellos sino de la falta de precaución de él, pero el disgusto estaba en el ambiente porque había sucedido en nuestra casa y no había disculpa que valiese.
El estado en que se encontraba el herido era violento y maniático. Tenían que atarle las manos con un cordel para que no agrediese a nadie ya que un día cogió un cuchillo de cocina y se fue hacia su mujer con intención de clavárselo. Gracias a un cuñado que vivía con ellos y a su mujer que le inmovilizaron, no pudo conseguir su fin.
Mi padre, ante esa situación, habló con su cuñado médico que le vio y le ingresó en la Casa de Locos de Salamanca. Recibió toda la atención médica necesaria y después de un año empezó a mejorar y volvió a su casa sin acordarse de nada y haciendo una vida normal"

Cuando escucho a los políticos, personas con ideas de una u otra tendencia, que no vivieron la época de penuria antes, durante y después de la Guerra Civil, hablar de ella de manera electoral, para dividir y crear tensiones, pienso en la falta de responsabilidad por desconocimiento de cuales son los sentimientos reales de aquellos que en uno u otro bando la vivieron y que no quieren recordar las atrocidades, el sufrimiento y la muerte, sino de vivir la paz de la que hoy gozan. Los que todavía viven sólo quieren que los políticos resuelvan los problemas actuales de sus nietos y bisnietos y no cubran su ineptitud con la sombra del pasado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario