"Transcurrió el año 1931 con acontecimientos que, aunque no afectaron directamente a mi familia, si fueron de cierta angustia, pues nuestros vecinos de enfrente, el señor Victoriano "el pelicón" y su esposa Luzdivina, con los que teníamos buena relación, fallecieron en el intervalo de pocos meses.
En ese mismo año murió el señor Victoriano "el dios", ocurrido el 31 de diciembre a causa de un accidente al bajarse del autobús de Salamanca. Según los presentes no quiso pagar 0,50 pts que costaba el tránsito de un lugar a otro y al bajarse encontró allí la muerte.
También ese mismo año murió el señor Gabino, el marido de la señora Baltasara, padres de Pascual, Marcelina, Matías, Crescencio, Francisca, Lujérico y otra hija de la que no recuerdo el nombre que vivía en Valdecarros. Esta familia era muy humilde pero muy buenas personas. Procedian de Peñarandilla (el señor Gabino) y de Tordillos (la señora Baltasara). Vinieron a Turra de cuidadores de ganado vacuno. El tío Gabino se dedicaba a matar perros y sobar sus pieles de los que les traían de otros pueblos y fincas de la comarca, pues la finalidad que tenían los dueños era que les facilitara piel que usaban para coser coyundas, sobeos, collares de cencerros, etc. Cuando el tío Gabino salía a la calle le ladraban los perros, yo creo que los animales intuían el fin que les esperaba en sus manos.
También en ese año se inauguró el nuevo cementerio. Lo "estrenó" un niño del señor Andrés el "galgo" y de su esposa Clotilde. Estos eran renteros de las tierras del señor Pio. Este, al casarse, se fue a vivir a Anaya de Alba de donde era su mujer y arrendaron las fincas a Andrés.
El tío "galgo", a mayores del fallecido, tenía otros hijos: Natalio, Arsenia y otra niña de la que no recuerdo el nombre. Al terminarse el arriendo, se fueron a vivir a Pedrosillo de los Aires también de arrendatarios de una yugada (tierras) donde tuvieron que afrontar una desgracia familiar. Su hijo Natalio que ingresó en la Guardia Civil, estando de servicio, en un monte al sujetar el arma junto al tronco de una encina y sin saber cómo, se disparó alcanzándole y ocasionándole la muerte. Este hecho produjo mucha consternación en Turra donde ellos habían vivido muchos años y tenía amistades".
Cuando la noche cae, el recuerdo de todos los que conocíó vuelve a su mente, con mucho cariño por todos aquellos con los que tuvo la suerte de convivir y por poder compartir sus recuerdos con sus descendientes.
Era otra época de inseguridades, de altercados y de pobreza. Suerte la de mi padre de poder relatarlo y que sus hijos y nietos puedan escucharlo.
Mi cariño muy especial y mi reconocimiento para estas grandes familias y para las que comentaremos en otros relatos, por ser capaces de vivir y criar a sus hijos en unas condiciones al límite. Es una lección de vida para nuestros hijos.
Cuando la noche cae, el recuerdo de todos los que conocíó vuelve a su mente, con mucho cariño por todos aquellos con los que tuvo la suerte de convivir y por poder compartir sus recuerdos con sus descendientes.
Era otra época de inseguridades, de altercados y de pobreza. Suerte la de mi padre de poder relatarlo y que sus hijos y nietos puedan escucharlo.
Mi cariño muy especial y mi reconocimiento para estas grandes familias y para las que comentaremos en otros relatos, por ser capaces de vivir y criar a sus hijos en unas condiciones al límite. Es una lección de vida para nuestros hijos.
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