sábado, 27 de octubre de 2018

La fiesta de San Juan Ante Portam Latinam

San Juan fue uno de los primeros apóstoles de Jesús junto con su hermano Santiago, hijos de Zebedeo. Murió martirizado en una caldera con aceite hirviendo. La primera iglesia dedicada al Santo fue en Roma, ante la Puerta Latina, cerca de las termas de Caracalla
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En Turra la celebramos el día 6 de mayo y nuestra iglesia lleva su nombre.

Cuenta mi padre que esta y la del Domingo del Corpus (Domingo del Señor) eran una fiestas muy alegres donde se congregaban muchas personas que querían acompañar a sus familiares y amigos, otros jóvenes en busca de novia o a pasar el día sin más.

"La fiesta de San Juan era amenizada por dulzaineros contratados por el ayuntamiento. Uno de estos dulzaineros era de Alaraz que fue a Turra muchos años.

Por San Juan había una costumbre: plantar el "mayo". Consistía en levantar el tronco de un árbol cuanto más alto mejor, cortado por algún vecino para su servicio pero que cedía a los jóvenes para que realizaran la ceremonia y al final se le devolvía al propietario. Se colocaba en pie en medio de la plaza o junto a la iglesia. Se solía hacer los primeros días de mayo para que lo contemplaran los visitantes. La noche que se plantaba, se hacía una cena entre los asistentes, jóvenes y mayores, porque no contaba la edad para asistir, el caso era que hubiera cuantos más, mejor. Así se aportaba la fuerza necesaria para levantarlo.

La cena consistía en huevos, longaniza, cordero, costilla de cerdo y panceta, todo ello cocinado a la hoguera que hacíamos con manojos de vides. La bebida era vino que el señor alcalde nos había dado, un cántaro (16 litros) y rematábamos comprando una botella de coñac.

En la cúspide del "mayo" poníamos cascarones de los huevos que nos habíamos comido y una tripa inflada que asemejaba a un chorizo.

Terminaba la jornada asistiendo a alguno que había bebido un poco más de la cuenta y después íbamos a rondar a las jóvenes a sus ventanas, despertando a los padres (no les hacía ninguna gracia) aunque se alegraban de que se acordasen de sus hijas.

Este símbolo del "mayo" permanecía todo el mes de mayo, derribándole los primeros días de junio. Ese día ya no se celebraba"

No debemos perder esta fiesta tan entrañable para nuestros padres y acudir cada año el 6 de mayo para revivir la bendición de campos y otras tradiciones que forman parte de nuestra historia.


domingo, 21 de octubre de 2018

Los lavaderos

Dentro de las tareas diarias del pueblo, de las que se encargaban sólo las mujeres, eran las de lavar. 

Las mujeres iban a lavar a una charca que había en el centro del pueblo. Esta tenía un pequeño desagüe por donde se desaguaba para vaciarla y volverla a llenar por las distintas corrientes manantiales y de las procedentes del arroyo que pasa por el pueblo. Los prados se llenaban de ropa blanca al sol.

Como consecuencia de que las lavanderas sufrían las adversidades del invierno y las condiciones en las que tenían que desarrollar su trabajo (pasaban horas arrodilladas en la tajuela de madera y por delante de su vientre el lavadero, también de madera, donde restregaban las prendas enjabonadas para eliminar la suciedad), se procedió a la construcción de unos lavaderos de cemento con dos estanques y sus respectivos lavaderos-tajuelas, abasteciéndose del agua procedente de la fuente pública. Así consiguieron alguna comodidad. Por lo menos no tenían los pies en el agua. En ese momento les pareció un cambio sustancial. A aquella generación. Nunca pudieron pensar los cambios que se producirían en el futuro con las lavadoras y secadoras.

Allí se socializaba (palabra que ahora se emplea mucho), para bien o para mal.

sábado, 20 de octubre de 2018

El lenguaje de las campanas de San Juan.

Cuando uno ha vivido su niñez y las vacaciones escolares en un pueblo como Turra de Alba, el cariño que sientes por él, por cada rincón, te evocan múltiples recuerdos también asociados al sonido de las campanas de la Iglesia de San Juan.

Cuenta mi padre como siempre había alguien en el pueblo encargado del toque de campanas. En cada momento del día o dependiendo de como se tocaran, su sonido era una lengua viva. 

Se tocaban al amanecer, a las 12 del mediodía para rezar el ángelus. También para que los trabajadores dejaran sus tareas y volvieran a casa a comer o al atardecer. Se tocaban para acudir a rezar el rosario a la Iglesia. El sonido alegre del repique de campanas significaba día de fiesta o víspera de ella. ¡Que ilusión nos hacía cuando éramos pequeños!

Había otros sonidos lentos y tristes. Cuando tocaban por la muerte de alguien, parecía que las campanas llorasen en cada toque del badajo.

Un recuerdo especial que me lleva a pensar en mi madre era cuando la sentía temblar y su voz se quebraba, en verano sobre todo, cuando tocaban con tal rapidez y fuerza que sólo podían transmitir un mensaje: ¡fuego! Todavía recuerdo con claridad cuando se incendió la casa del señor Victor, el dios. Era mediodía y desde la escuela pudimos ver el humo. Emiliano y el señor Victor estaban durmiendo la siesta.Ver como el pueblo unido acudía en su ayuda, como sonaban las campanas y venían gentes de otros pueblos, me impactó de tal manera que pasé muchas noches sin poder dormir o con pesadillas.

Los fuegos del verano en las tierras de cereales eran tan comunes que mi madre se asomaba mil veces y olía el aire. Al mediodía, a la hora de la siesta y por la noche. Iba a las eras, sigilosa, para que no nos enfadáramos con ella. Nos decía muchas veces lo duro que sería ver arder tu casa o perder por el fuego el fruto del trabajo de todo un año en las tierras y si estabas dormido...

Y es que el sonido de las campanas nos hablaba de humanidad, de seres iguales unidos para ayudar.

martes, 16 de octubre de 2018

Memorias de un nonagenario turreño

Suenan las campanas de la Iglesia de San Juan, pero no es alegría lo que transmiten sino dolor. Dolor ante la pérdida de otro hijo del pueblo. Un niño de diez años. Dos días después volverán a sonar por la muerte de su hermano de 7 años. Causa de la muerte: difteria. Tristemente, sonaban con demasiada frecuencia. Eran principios del siglo XX. 

Los recuerdos se agolpan en su memoria a sus 97 años y una sombra de tristeza asoma aún a sus ojos al recordar que fueron seis hermanos y sólo quedaron dos. Pero como hombre curtido por las desgracias pasadas, cambia de tema y empieza a recordar las casas de Turra (algunas desaparecidas) y las familias que vivieron en este pueblo.

Estos relatos van a ser un homenaje a todos los turreños que un día poblaron este precioso pueblo, con cariño, respeto y  que su memoria perviva en nosotros.

Calle de San Benito

domingo, 14 de octubre de 2018

Restauración de la Iglesia de San Juan

A 12 km de Alba de Tormes se sitúa este pequeño pueblo, pedanía de Pedrosillo de Alba.

En el año 711 llegan los invasores musulmanes a la península. La historia nos cuenta como en esta zona de inestabilidad, de campañas militares, Turra se convierte, como otros lugares de la zona,  en tierra de nadie, en el límite del avance islámico hacia el norte.

Testigo de esa historia es la Iglesia de San Juan,  Bien de Interés Cultural, románico - mudéjar. En ella se encuentran las huellas de la repoblación, de la convivencia de judíos, cristianos y arabo-bereberes, de los tiempos de peste, de sucesivas guerras y de la unión de los lugareños para mantenerla como centro de sus vidas. La fiesta mayor es el Domingo del Corpus. Su patrón: San Benito. La fiesta de San Juan el 6 de mayo está unida a la bendición de campos.



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