miércoles, 9 de diciembre de 2020

2020: ANNO HORRIBILIS

 En diciembre de 2019, hablaba con mis compañeros de trabajo sobre que depararía el próximo año 2020. Les decía que, en principio, no me gustaba por ser año bisiesto. Entonces se rieron de mí, pero ahora se acuerdan de mis palabras y sólo desean, como todos que pase. Mi amiga vasca, opinaba lo mismo que yo. Temerosa me decía que siempre habían tenido alguna desgracia familiar en año bisiesto. Y no hemos sido las únicas en opinar así. Es posible que sea pura casualidad, pero la realidad del año que está a punto de terminar, nos ha dado la razón.

Cuando pienso en todos los conocidos que han fallecido este año, haya sido por covid o por otras causas, pienso en los silencios de mi padre cuando se entera de un nuevo fallecimiento, más si encima es de Turra o de algún pueblo cercano. Tristeza por tantos recuerdos que han dejado en su memoria y en la de todos los que les conocimos y silencios por su edad, más jóvenes todos que él.

A veces pienso que las personas mayores, muy mayores, ante situaciones de pérdidas familiares o de amistades, lo relativizan todo, sienten un dolor profundo pero al mismo tiempo sosegado. Quizás sea por la edad, por esas conexiones neuronales que se van rompiendo con los años y que, lo mismo que afectan al gusto o al oido, afecten a los sentimientos. Quizás también porque han sufrido tanto a lo largo de su vida, han luchado tanto, que miran a la muerte de frente, sin miedo, con una tranqulidad y una paz interior que sólo la tienen quienes han vivido con honradez y con un amor tan grande hacia sus familias por las que han luchado para sacarlas adelante en tiempos muy duros.

A esas generaciones pertenecían las señoras Luci, Encarna, María y el señor Antonio fallecidos en este año horrible y todos aquellos que antes murieron y que nos dejaron tantos recuerdos.

Cuando pienso en toda esa generación, maravillosa generación, luchadora, que dieron todo por sus hijos y por su país, que nos enseñaron los principios más elementales de convivencia pacífica y que miraban al futuro con esperanza dejando atrás el dolor del pasado, como han quedado abandonados ante la pandemia en residencias, siento ganas de gritar, de sacudir como a un saco a estas generaciones de jóvenes (no todos, por suerte) que han puesto en peligro a tantas personas, sus abuelos o sus padres, sin sonrojarse, tan sólo por alimentar y dar satisfacción a sus egos, caiga quien caiga. Ante ese abandono por parte de políticos, del color que sean, que nos manipulan, que sólo desean que estemos divididos, llenos de odio y desprecio hacia todo lo que con tanto esfuerzo construyeron nuestros padres. Dan ganas de vomitar.

2020, anno horribilis en muchos sentidos,  (salvo por tanta solidaridad y trabajo de grandes profesionales), por tantos muertos, por unos políticos de verguenza que no se ponen de acuerdo y sólo buscan hacer realidad ese dicho de "a rio revuelto, ganancia de pescadores" (los pescadores, ellos) que con su ineptitud han sumido a nuestro país en la miseria más absoluta. 

Que ganas de que pase este año. Que ganas de pensar que esto sólo ha sido un mal sueño. Que ganas de abrazar a nuestros padres, los que aún tenemos la suerte de tenerlos y vamos a pedir para 2021 y para los siguientes, mucha salud, que acabe este caos total, que los jóvenes y algunos no tan jóvenes empiecen a aprender responsabilidad, que la palabra nuestro se anteponga al yo y que los políticos se dediquen a goberrnar para todos, unidos ante una Constitución que no nos subyuga sino que nos hace vivir en paz.

Que así sea.



domingo, 19 de enero de 2020

LAS GRANDES FAMILIAS: "LOS CHIBURRINES"

"Otra de las familias fueron los Chiburrines. La familia se componía del padre viudo llamado el tío Faco (Francisco Ramos, cuñado del señor Pío y por lo tanto,los hijos eran primos carnales de Encarna esposa de Porfirio) y cuatro hijos: Rosalina, casada, que vivió en Valdecarros de donde era su marido Raimundo (Rigores), pero que más tarde se fueron a vivir a Turra donde hicieron su casa. Otro de sus hijos se llamaba Tomás. Estaba casado con Misericordia, natural de Pedrosillo. Las otras dos hijas eran mellizas, Ana y Fructuosa. Esta última, ya mayor, se casó con un señor de Pedraza de Alba, también mayor, llamado José María. Vivieron en Turra junto a su hermana Ana, me imagino que al ser mellizas influyó en que fueran inseparables. Y siguieron juntas cuando se fueron a vivir a Salamanca cuando José María se jubiló. Estos vivían en una casa donde posteriormente habitaron Hermógenes y Lidia junto a sus tres hijos: Teresa, Luisa y Pedro José antes de marcharse a Salamanca. Esa casa hoy está en ruinas.

Rosalina vendía leche a los vecinos cuando las vacas particulares no daban la suficiente para las familias. Casada con Raimundo tuvieron 6 hijos: Edmundo, casado con Brígida, de la familia de los "Ranes" o "Chanines" en Guijuelo; Felipe, Vicenta, Custodio, Francisco que tocaba la dulzaina y María Luisa. Todos se fueron a Barcelona salvo Edmundo y Felipe que se casó en Valdecarros y murió en Salamanca. A Barcelona se llevaron a sus padres y no volvieron. La casa hoy es una ruina.

Tomás se casó con Misericordia. Tuvieron dos hijos: Francisco y Miguel. Enviudó y se volvió a casar con una buena mujer, Eloína. Posteriormente se fueron a vivir a Valdecarros. El señor Tomás murió de un cáncer en la boca. Vivieron en Turra, en una casa pequeña frente a la casa de Pedro y Carmen. La casa la compró Porfirio, pero no se edificó nada y hoy es un conjunto de barro al ser de adobe.

La única casa en pie es la de Custodio"


domingo, 15 de diciembre de 2019

Las Navidades de otros tiempos





"Aquel fue un 20 de diciembre de 1928 tan frío que a mi madre le salieron sabañones en las orejas. El regato estaba a punto de helarse totalmente y los carámbanos que colgaban de los canalones, eran estalactitas de hielo, puntiagudas y largas, de más de un metro. Laura, la señora que trabajaba en nuestra casa, mi madre  y mi hermana, estaban en la cocina preparando las perrunillas y los mantecados para llevarlos a cocer a Pedrosillo. Eran los dulces para la Navidad y las matanzas. El vino, de moscatel, de la viña del camino de Valverdejo y el aguardiente para entrar en calor.

Un año, encontré la cesta colgada de un gancho donde se colgaban los jamones, en la despensa. Me subí a una mesa y conseguí llegar a ella. Las visitas a la cesta las hacía cuando nadie me veía, pero mi madre se dio cuenta al ir a buscarlas para ofrecérselas al señor cura, que como todos los domingos, se pasaba por nuestra casa, antes de decir misa, a desayunar el chocolate y unos huevos fritos o algún dulce. La cercanía a la Iglesia era lo que tenía. Cuando se dieron cuenta de que había sido yo el culpable de que la cesta pesara menos, me cayó una buena reprimenda, aunque siempre estaba mi tía Carlina para defenderme.

Y con este frío invernal llegó la Nochebuena. Mi padre y el señor Tomás que trabajaba en casa (estuvo 50 años) se habían encargado de alimentar el fuego del hogar. Aquella chimenea gigante en una cocina de grandes dimensiones, el chisporroteo de las llamas y aquella calidez, la alegría de toda la familia, de todos los que allí habitaban, era verdaderamente hermoso. 

La cena de Nochebuena, dependiendo de la situación económica de cada familia, variaba desde unas alubias de Barco de Ávila a verdura sin más. En nuestra casa cenábamos las alubias, hoy sería impensable, pescado y turrón de piñón y de almendra de postre. El día de Navidad, podía repetirse el primer plato de la noche anterior o no, de segundo tostón o cordero y de postre turrones, mazapanes y los mantecados y perrunillas.

El día 31 de diciembre no era demasiado especial pero tomábamos las uvas de cosecha. El día 1 de enero siempre fue y sigue siendo un día muy especial para mi familia: mi santo. Solíamos comer lo mismo que el día de Navidad, pero ese día me hacían sentir el protagonista absoluto independientemente de que comenzara un Año Nuevo.

El día de Reyes en mi casa era mágico. No todas las familias tenían esa suerte. Mi madre siempre echaba una mano a los que no tenían que dejar. Cuando empecé a leer, siempre me traían un libro y algún juguete de madera que mi padre compraba en una tienda de la calle El Prior de Salamanca, desaparecida actualmente. Lo mismo a mi hermana. Mi tía Carlina también nos traía regalos, dulces y más libros.

¡¡Qué recuerdos a mis 98 años!!"

Aunque la vida traiga consigo desgracias y sufrimiento, los maravillosos recuerdos de la niñez, tanto amor, humildad y nobleza labran en cada persona lo que son, lo que nos transmiten y eso perdura siempre. Es la mejor herencia.

¡FELIZ NAVIDAD!

jueves, 29 de agosto de 2019

RAÍCES

Hace unos días leí un artículo de una psicóloga que señalaba  que “uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida”. Joaquín Sabina en su canción “Peces de ciudad” dice que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver. No le falta razón en cierto sentido, porque volver al lugar que marcó tu vida, a veces supone un trauma porque ha cambiado tanto que ya no es el lugar que quedó en nuestro recuerdo cuando nos fuimos de allí. Un recuerdo idealizado que ahora se aparta mucho de la realidad y que, a todos aquellos que un día se fueron y no han vuelto hasta ahora, les supone vivir sentimientos encontrados, aunque sean pasajeros y les hace sentir fuera de lugar, extraños en su propio lugar de nacimiento.

Sin embargo, en las localidades pequeñas, los lugares no se han modificado tanto y sus olores, a la hierba recién cortada, a la paja, a tierra mojada después de una tormenta, nos remontan a nuestro pasado y a los recuerdos más felices de nuestra niñez.

Decía esta escritora que, “en persona o en imaginación, pero siempre se vuelve, porque en esos viejos sitios se amó la vida y se vivió intensamente la inocencia”. Uno siempre vuelve para ilusionarse con algo, para compartirlo, para demostrarse que con la fuerza que le transmite, podrá hacer cualquier cosa, para dejar por unos días o momentos la pesada mochila que llevamos a nuestra espalda.

“Uno vuelve a ese lugar para decirse a si mismo y gritar al mundo que ningún otro logró hacerle sentir lo mismo. Con personas, sensaciones y sucesos muy parecidos, pero la forma en la que alcanzaron su corazón nunca fue igual”

Cuando vuelves, a veces nos mordemos las lágrimas ante cualquier recuerdo inesperado que te azota el corazón como un látigo al recordar a personas que ya no están pero que sigues sintiendo tan cerca su presencia, sus risas, su alegría y que con su  fuerza te piden que seas feliz, que mires hacia delante. Te dicen que anclarte en el pasado es como correr tras el viento y no disfrutar del presente.

Ese lugar, nuestra querida Turra, brilla más después de saber que le hemos guardado fidelidad, que con nuestra forma de actuar libre, a veces rebelde y apasionada y en otras ocasiones de forma anárquica e imprevisible le hemos hecho un regalo porque queremos a este lugar, pequeño, con unos parajes casi salvajes donde los árboles y la maleza crecen a su aire, sin control pero que nos aporta la suficiente energía para el resto del año.

Y a nuestro querido pueblo le daremos vida, la que tuvo entonces y la que tendrá en el futuro, cada año más, porque los amigos del Reencuentro queremos que así sea, vendremos cada año muchos más y compartiremos nuestras opiniones y nuestras risas sin reservas, sin prejuicios, sin límite de edad,  sólo un talante abierto y acogedor y un corazón abierto a la amistad y a la diversidad, sea por San Benito, San Juan o el Domingo del Señor.




martes, 13 de agosto de 2019

IN MEMORIAM

Turra de Alba. Martes y trece de un agosto inestable como ocurre todos los años. Serán las "cabañuelas" le decía mi padre a Mateo cuando se sentaban al fresco por la noche. Serán, decía Mateo riendo y poco convencido y mi padre reía también, todos los años lo apunto y luego se me olvida. Me parece que esto es un cuento chino, ¿no te parece Mateo? Eso creo yo, Manuel, aunque la lechuza de la alameda puede que sepa más que el calendario zaragozano...

Martes y trece de agosto de 2019. Esta tarde has vuelto a Turra, no de vacaciones sino para quedarte con todos aquellos que conociste, con los que compartiste esas tardes y noches al fresco, con Eugenia que antes había ido a pasear con tu mujer y después de cenar se sentaba con vosotros con su manta. Con Piedad, con sus risas y esa alegría que lo llenaba todo, con Jesús y María Francisca... !que bien te han acogido¡

Nuestro corazón esta tarde estaba encogido por el dolor pero alegre porque has vuelto al lugar de donde nunca te fuiste. Amabas a este pueblo con toda tu alma y a sus gentes y nosotros te queríamos a ti de igual forma. Ya estás con tus abuelos a los que tanto querías.

Tu humor fino, tu sentido del trabajo y el ahorro, el amor hacia tus hijos y tus nietos, pero también la amistad entre nuestras familias, quedará en nuestro recuerdo para siempre. Y, sobre todo, esas maravillosas noches al fresco hablando de fútbol, de las cabañuelas o del político que no te gustaba nada.

Gracias por haber compartido con nosotros tus 92 años y habernos dado una gran lección de vida.

Descansa en paz y hasta siempre.

Conchita.

jueves, 21 de marzo de 2019

TURRA DE ALBA Y SAN BENITO DE NURSIA: "ORA ET LABORA"

San Benito de Nursia (NursiaUmbría480-MontecasinoLacio21 de marzo de 547) es el fundador de la orden de los benedictinos y patrón de Europa.

"Ora et labora" (reza y trabaja) es la regla que regía y rige la vida monástica de los benedictinos.


Aunque el titular de la Iglesia de Turra de Alba en San Juan, el patrón del pueblo para unos es San Benito Abad y para otros San Juan. La fiesta religiosa era siempre el 21 de marzo. Pasados los años, los sacerdotes decidieron celebrarla el 11 de julio.

¿De dónde procede esa celebración? ¿Existió en Turra un Estudio o ermita benedictinos? ¿Cuál es el origen del llamado "Alto de San Benito" y dónde se encuentra?


Cuenta mi padre que el tio Santos tenía unas tierras que quedaban entre el antiguo camino a Galleguillos ( por encima del prado del Juncal)  y el que iba  a la finca de Valeros (entre las eras de Victoriano y el carretero del señor Marcelino). Este señor era tío, no sé en que grado de parentesco, de la señora Eulalia, Delfín y Remedios Hidalgo. Solía ir mucho a casa de mi abuelo Generoso  y contaba como había conocido los restos de los muros de la ermita en una parcela suya. Estaba situada en lo más alto de esa zona. El señor Santos hizo o se encontró hechas unas eras empedradas, probablemente  restos de aquella construcción o de otra. Cuando vendió las tierras, mi abuelo le compró algunas, entre ellas dónde en su día se había encontrado esa ermita.  

Con la concentración parcelaria  se la asignaron a Carlos García y después a su hijo José García. 

Desaparecieron entonces el camino, las eras y cualquier vestigio de aquella construcción. 

La imagen que hoy se halla en la iglesia de San Juan de Turra, procede de aquella ermita.

No es difícil pensar que si existía una ermita dedicada a San Benito, hubiera monjes de esa Orden en el lugar, dedicados al trabajo y a la oración. Estos monjes se asentarían en un lugar tranquilo, con abundante agua. Tierras de beneficencia, probablemente. Aunque la tierra en general no era demasiado fértil, si lo era la cercana a la ermita. Allí podrían tener un huerto los monjes y llevar el agua desde el cercano regato de las Cárcavas, hoyas o concavidades formadas en el terreno por la erosión de las corrientes de agua. En él manaba el agua, en otros tiempos muy clara.


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Pero en 1798 con Godoy se comienza la reforma del régimen de la propiedad utilizando como herramienta fundamental la desamortización. A esta le seguirá la de Mendizábal entre 1836-1837 y Madoz en 1855. La finalidad era disminuir la deuda pública, no una reforma social. Con Mendizábal se pusieron a la venta las tierras expropiadas a la Iglesia. Como medida previa en 1835 se disolvieron las órdenes religiosas salvo las dedicadas a la enseñanza y al cuidado de enfermos.

No es difícil pensar que debido a ese motivo tuvieran que abandonar el lugar para subsistir.

El señor Santos murió cuando mi padre tenía 6 años, cuando contaba entre 87 ó 90 años en 1927. Si nació en 1840, debió vivir el abandono en que quedó la ermita y los lugares donde habitaran los monjes.

Hoy queremos recordar al Santo todos los que estamos dispuestos a que perviva esa celebración, sea el 21 de marzo, el 11 de julio o el 17 de agosto.


lunes, 18 de marzo de 2019

LAS GRANDES FAMILIAS: "EL TÍO PÍO" Y EL "TÍO PABLO"

"El señor Pío García tenía una hermana y un hermano que yo recuerde. La hermana se llamaba Mª Luisa. Esta se casó con Francisco Ramos (el tío Faco) natural de Mozárbez. Tuvieron cuatro hijos: Rosalina,Tomás y las mellizas Ana y Fructuosa. Esta familia será objeto de otro relato.

Pío García era alto y delgado. Pío, su nieto, se parece mucho a él. Se casó bastante mayor, con Valentina Delgado de Anaya de Alba. Allí vivieron de recién casados, pero luego fueron a vivir a Turra. La casa está situada frente a la del señor Pablo y la señora Eulalia. Le tenía arrendadas las tierras al señor Andrés "el Galgo" hermano de mi tío segundo Feliciano (su mujer era prima carnal de mi padre Generoso, procedente de nuestra familia de Galleguillos). Volvió a labrar unas pocas tierras,  el resto las seguía teniendo arrendadas.

Tuvieron tres hijos: Felisa, Encarnación y Manuel. Felisa se casó con José (Pepe), Encarnación con Porfirio y Manuel con Ascensión. Con todos ellos tuvimos buena relación. Encarnación y Porfirio vivieron en la casa del señor Victoriano "el Pelicán" muchos años y mi hija pequeña y sus hijos Valentina, Lali y Pablo siempre estaban juntos. Su hija pequeña se llama Felisa. Han pasado los años y sigue su amistad sincera. Después compraron la casa heredada por un hermano de Hipólito y Paulino, hijos de Reyes. Esta era hija del tío Chanín.

Otra familia, consuegros de Pío García y Valentina Delgado, fueron Pablo Hernández (primo segundo mío y hermano de Marcelina, casada con Marcelino hijo del señor Victoriano "el Pelicán"). El padre de Pablo se llamaba Sinforiano (su mujer era prima carnal de mi padre), natural de Galleguillos.

Pablo Hernández se casó con Eulalia Hidalgo (hermana de Delfín Hidalgo). La madre de ésta se llamaba Régula que falleció cuando yo era pequeño. El padre de Eulalia, creo que se llamaba Ángel, falleció de manera trágica. Tuvieron seis hijos: Luis, Porfirio, Sinforiano, Régula, Leonor y Ángel.

Luis era muy trabajador. Era policía armada y le destinaron a Barcelona donde murió al poco de casarse.

Sinforiano estudió tres o cuatro años en el Colegio "Maestro Ávila" de Salamanca. Se marchó a Barcelona. Allí se casó con Francisca (Paquita) y tuvieron una hija, Rosa María. Actualmente residen en Barcelona. Heredó la casa de sus padres en Turra y todos los veranos venían de vacaciones. También compró la de su vecino José Boyero.

Porfirio se casó con Encarnación García, hija del señor Pio. Estuvo un tiempo en Barcelona y regresó a Turra. 

Régula se casó con Domingo, vecino de Alba de Tormes. Se fueron a vivir a Valdemierque.

Leonor (Leo) se casó con un subteniente de la Guardia Civil destinado en Soria y allí se llevó a sus padres Pablo y Régula. Allí murieron. Actualmente viven en Salamanca. Leo era muy buena persona. Ayudó mucho a mi mujer cuando mis hijos eran pequeños.

Ángel, , también se marchó a Barcelona. Allí se casó. Recientemente fallecido, en Barcelona reposan sus restos".